Después del viaje Madrid – Granada en tren y pasar esa noche en la ciudad granadina, a las 09:00 horas de la mañana siguiente cogía el bus desde la estación de autobuses rumbo Sierra Nevada, llegando hasta la Hoya de la Mora situado a 2.475 metros de altitud.
Mochila preparada, en la que no faltaba ganas e ilusión… todo listo para empezar esta aventura que me llevaría dos intensos días por estos parajes, haciendo, entre medias, noche en el Refugio Poqueira situado en pleno valle a 2.500 metros de altitud.
A las 10:00 horas me dejaba el autobús en la zona; últimos reajustes del equipo y rumbo a la cima del Veleta. Son imponentes las pistas de esquí de Sierra Nevada, interminables con sus más de 100 kilómetros de pistas balizadas.
Cumbre que se puede llegar “fácilmente”, con una distancia desde Hoya de la Mora de 9 km aproximadamente, y 900 metros de desnivel positivo acumulado; durante el recorrido, por la parte de asfalto puedes ver a numerosos ciclistas cómo suben este puerto de montaña, el esfuerzo y la altitud van reflejándose en sus caras, un gran entrenamiento en bicicleta seguro.
Dejas de lado el Montón de Trigo a 2.609 metros destacando el observatorio astronómico, alcanzando un monumento religioso con forma de arco (Virgen de las Nieves)… continuando la ascensión dejo atrás el desvío a la laguna de las Yeguas a 2.890 metros, llegando más adelante al conocido Posiciones del Veleta a 3.100 metros contemplando los desplomes de la cumbre.
Decidí realizar la ascensión de una manera cómoda, “tranquila” a muy buen ritmo con la mochila de casi 20 kg de peso, sin tocar la parte de asfalto siguiendo la senda marcada en el terreno y disfrutando del paisaje que me rodeaba.
Muy buenas sensaciones en lo que refiere a la altitud, llegaba muy bien preparado y sabía que no iba a resultar ningún problema llegar hasta la cumbre con muy buenas sensaciones.
Y así fue, en menos de lo que esperaba estaba ya en la famosa cima de El Veleta a 3.398 metros de altitud; unas vistas espectaculares con el gran Mulhacén enfrentado a la posición de donde me encontraba… pensé en subirlo también en el mismo día, pero dije… vamos al refugio, disfruta de este lugar, descansa, respira esta tranquilidad que te rodea y ya mañana será otro día… no había ninguna prisa en realizar la actividad.
En cumbre, pasé alrededor de una hora, comiendo un buen bocadillo, charlando con personas muy agradables, intercambiando experiencias y vivencias, lo enriquecedor de viajar y conocer en una palabra.
Desde aquí arriba ves lo característico de esta cumbre: el corte que tiene en una de sus caras… una caída imponente.
El refugio Poqueira se divisaba a lo lejos, quedaban unas cuantas horas de recorrido hasta llegar allí, así que decidí poner rumbo a donde iba a pasar la noche.
La primera parte de la bajada para coger el camino que me llevaría a mi destino pasaba por nieve; una gran parte de la ladera estaba cubierta de nieve así que con cuidado y sin ningún tipo de problema conseguí sortearlo… ya solo quedaba disfrutar de este largo paseo hasta el refugio.
Desde el sendero parten varias rutas para llegar hasta allí, decidí bajar por Río Seco; una bajada larga, algo técnica pero de fácil acceso, la actividad del día concluiría alrededor de las 5 horas y 30 minutos.
Ya en el refugio, checking, ubicar mi cama, dejar la mochila, estirar el saco en la litera, una ducha y a comer. El resto de la tarde hasta que anocheció me la pasé tumbado en una roca contemplando esa tranquilidad que a veces nos hace falta en nuestro día a día… te das cuenta que las cosas más simples y sencillas llenan de energía tu paz interior.
Muy aconsejable el refugio de Poqueira, muy bien equipado, excelente comida y un trato por parte del personal que lo lleva muy agradable.
Poco más se puede hacer en un refugio de montaña; vas a la cama pronto ya que al día siguiente te levantas muy pronto, te metes en el saco y aunque no te duermas, el descanso es fundamental.
Así que a dormir, que al día siguiente a por la cumbre del Mulhacén.