Cualquier persona que se dedique a la enseñanza deportiva, cualquiera que sea su especialidad, soñaría por estar trabajando en un área de gran entidad y trabajar como preparador físico, en este mi caso, en un club como el Atlético de Madrid: muy afortunado en este aspecto.
Las tres temporadas que pasé como preparador físico del primer equipo femenino del Club Atlético de Madrid fue una experiencia inolvidable, enriquecedora y a la vez muy productiva tanto a nivel personal y profesional.
Atrás quedaron miles de sensaciones, experiencias, viajes por toda la geografía española con sus correspondientes partidos, partidos benéficos en las Cárceles de Soto del Real y Alcalá Meco, competiciones amistosas que recuerdo con gran emoción el jugado contra el Liverpool o en Getxo llegando a lograr ser campeones del torneo triangular que se celebró, pretemporadas con un gran volumen de trabajo para preparar al equipo y afrontar con garantías toda la temporada, principalmente en la Liga llegando a copar un cuarto puesto a final de temporada y a posteriori la Copa de la Reina, llegando a jugar las semifinales en La Ciudad del Fútbol en Las Rozas, Madrid, a un pasito de meternos en la gran final.
Tuve la suerte de estar en las mejores ciudades deportivas de los mayores clubes de fútbol de nuestro país; contemplar y disfrutar de sus instalaciones es una auténtica maravilla, como Lezama perteneciente al Athletic Club de Bilbao, Zubieta y la Real Sociedad de San Sebastián, Joan Gamper del F.C. Barcelona, Sadriá, actualmente conocida como Ciudad Deportiva Dani Jarque del Español, Sevilla, Valencia…un lujo.
Sentir la responsabilidad de que todo un colectivo, un equipo, su preparación física estaba bajo mis manos como el máximo responsable de área, te hacía exigirte cada vez, no un poco, sino mucho más en cada sesión de entrenamiento, ver que el equipo respondía con toda profesionalidad y seriedad a la hora de afrontar el trabajo físico y sobre todo ver y sentir que cada vez me demandaban más… buena señal, ya que eso me demostraba que físicamente estábamos muy fuertes.
Intenté, y con esfuerzo y trabajo lo conseguí, que las sesiones de preparación física tratáramos al deportista desde un enfoque “global” en su preparación física, sin olvidar ningún aspecto a trabajar, dando importancia a los trabajos de fuerza, core, ejercicios de educación postural, técnica y ejecución de los ejercicios, sin olvidarnos de concienciar a cada uno de los integrantes del equipo que es muy importante cuidarse dentro y fuera del campo, no solo a nivel nutricional, tus descansos, saber escuchar a tu cuerpo y darle lo que necesita a cada instante: en una palabra, ser PROFESIONAL o al menos comportarte como tal y así alargar tu vida deportiva lo máximo posible, y en un futuro enseñar valores humanos y deportivos para las futuras generaciones deportivas.
Es muy bonito que, a día de hoy, sigo teniendo trato con algunas jugadoras y te llaman o te escriben para preguntarte como hacer esto, como hacer lo otro…o que recuerden tu trabajo con ellas de una manera muy especial; escuchar que siguen haciendo ejercicios o rutinas que trabajábamos en su día…es muy gratificante. Éstas y muchas otras sensaciones valen más que todo lo que te puedan pagar, saber que sigues “latente” en su día a día como deportistas y que han aprendido algo que les ha hecho bien.
En mi vida deportiva, tuve que sacrificar mis competiciones durante estos tres años; preparar pruebas de larga distancia requiere mucho tiempo, era complicado sacar horas para entrenarlas y más aún en los fines de semana cuando viajábamos fuera. Pensé que las competiciones no se van, ya habría tiempo de hacerlas y centrarme 100% en esta experiencia en el Atlético de Madrid.
No lo cambio por nada. Simplemente GRACIAS.