El pronóstico del tiempo para este día no era muy bueno: lluvia, tormenta eléctrica, etc… así que iba a esperar a ver cómo amanecía en Benasque, ver nuevamente la previsión meteorológica en el mismo día y, si había alguna ventana de buen tiempo, allá que me lanzaba. Tocaba esperar…
Recién levantado, lo primero que hice fue salir fuera y ver el cielo: despejado. La previsión de tiempo mejoró algo, y parecía que las tormentas eléctricas aparecerían a partir de las 18:00 horas de la tarde… que llueva no me importa, no me frena para realizar alguna actividad, me gustan las actividades con lluvia.
Preparé el equipo en 20 minutos, un buen desayuno, algo de comer para el transcurso de la actividad y cuando me quise dar cuenta ya estaba esperando el bus en Eriste, a escasos diez minutos de Benasque, que me llevaría hasta el aparcamiento del puente de Espigantosa, lugar donde empezaría la actividad.
El Posets tiene varias rutas para ascender hasta la cumbre; elegí la que pasa por el Refugio de Ángel Orus situado a 2.150 metros de altitud, conocida también como la Ruta Real.
Comienzo de la actividad y a escasos metros del aparcamiento, me encontraría con la cascada de la Espigantosa. El camino recorre todo el valle por el margen izquierdo del río Eriste.
Hasta llegar al Refugio de Ángel Orus, atraviesas toda una zona de bosque, mucha humedad… logré llegar al refugio en 47 minutos; la cosa pintaba muy bien.
Justamente detrás del refugio está marcado el camino dirección al Posets. No tiene pérdida, está bien señalizado, remontando el barranco de la Llardaneta. Llega un momento en el que tienes que cruzar el río, pasando por un “puente – pasarela” metálica que está completamente doblado por el centro… desconozco el motivo de porqué se encuentra así, quizá cayó alguna piedra enorme, algún alud, curioso.
Sigo diciendo que los paisajes del Pirineo tienen algo especial; debes de parar por un instante la actividad que estés realizando y contemplar todo lo que te rodea. Sigo subiendo y ya en el valle escucho ruidos de animales… sorpresa la mía: las marmotas correteando por toda la pradera.
Poco después de pasar la pasarela ya empezaba a divisar a lo lejos que la nieve hacia acto de presencia. Realicé la actividad con zapatillas de trail, llevaba conmigo en la mochila los crampones de running que tuve que utilizar en estos tramos.
Sigo la ascensión llegando a la Canal Fonda; es una incómoda pedrera que da acceso al pie del Diente de Llardana a 3.085 metros de altura.
Esta imagen es espectacular: un corte rocoso de poco más de 3.000 metros de altura. La verdad que subiendo ya dirección cumbre tuve que darme la vuelta y contemplar esa obra maestra creada por la naturaleza.
Ya desde aquí se puede contemplar la cima a lo lejos; parece cerca pero aún queda un buen tramo, toca crestear por una zona muy difícil que requiere especial atención, entre otras cosas porque sabía que iba a estar solo tanto en la subida como en la bajada, alrededor de 2 horas fácil… así que máxima atención porque si pasara algo, mejor no pensarlo.
El silencio de la soledad en esta actividad impone, es más, hasta sientes la palabra respeto y quizá “miedo”… es un silencio aterrador, cómo sopla el viento, cómo la montaña parece que habla, no sé, máximo respeto y prudencia.
En pocos minutos logré llegar a la cima donde se contempla medio Pirineo; el Glaciar de Llardana con la famosa cresta de Espadas, la cara norte del Monte Perdido, la cara Sur del Aneto, etc.
Alrededor de 9 kilómetros de ascensión, con 1.900 metros de desnivel positivo acumulado; ahora tocaba bajar…lo pasé en grande: mochila de 20 kg bien ajustada y para abajo por el mismo recorrido que la ida.
Logré terminar la actividad en 5 horas y 50 minutos, justo cuando empezaba a oscurecer el cielo, previo a la lluvia y tormenta que preveía la información meteorológica.