Es un dolor infernal, pero logro salir del box de bicis. Ya encima de ella, rápido beber isotónico, comer y sobre todo salir para que la musculatura empezara a “relajarse” y que me permitiera pedalear sin problema.
El segmento de bici fue un auténtico infierno: ritmo de locura, relevos y más relevos… el que entraba iba cada vez más fuerte.
Al final tuve que ceder del grupo de cabeza, no porque no pudiera seguir el ritmo, sino porque la pierna estaba aún resentida por los calambres sufridos. Logré subir el primer puerto de montaña, La Morcuera, a un ritmo fuerte y constante sin perder de vista la cabeza de carrera.
Sabía que iban a descolgarse a lo largo del recorrido, pero mi única preocupación era recuperarme lo máximo posible a nivel muscular para luego afrontar la parte de carrera lo más entero posible y adelantar posiciones.
El segundo puerto, Cotos, logré pasarlo sin dificultades salvo el último km acusando, ahora sí, los calambres de mi pierna izquierda… muy rígida, cada vez más y quedaba lo peor…
La última subida, Bola del Mundo: rampas del 14% nada más empezar, 12%, 16%, 20%… muy dura y muy bonita, pero sufriendo por los calambres.
Aun así, con fuerza y mucha cabeza logré terminar el segundo segmento en el puesto 16º en 3 horas 31 minutos… seguía estando ahí a pesar de todo.
Fue en la última transición, de bici a carrera a pie, donde ya definitivamente mi musculatura del tren inferior sufría como nunca… una transición que duró casi 11 minutos. ¡No podía ponerme los calcetines! Era tal el estado de mis calambres, que cualquier movimiento era señal de que se iban a montar los cuádriceps, isquiotibiales, gemelo… una locura para la musculatura.
Eran los cuádriceps quienes me estaban mermando físicamente; el paso de los minutos y horas durante la prueba era una auténtica tortura aguantar así, muy doloroso y frustrante a la vez.