CAMPEÓN FIRE AND ICE ULTRA 250 KM

Islandia, Agosto de 2024, una fecha que para mí se quedará para siempre en mi memoria y en mi corazón: CAMPEÓN de una de las pruebas más duras del mundo por etapas, por su variedad de terreno y su climatología extrema.

Catalogada como la carrera a pie más dura de Islandia, en autosuficiencia, donde debes de completar los 250 km de distancia en 6 días, ubicado en el corazón de las Highlands de Islandia, al Norte de la isla, dirección al Círculo Polar Ártico… un territorio salvaje e inhóspito en la tierra del hielo glaciar y el fuego volcánico.

 

¿Y por donde discurría el recorrido?: entre campos de lava de erupciones y ceniza volcánica, ríos, dunas de arena, paisaje lunar, llanuras glaciares, volcanes, cataratas y amplias praderas marcadas por la erosión del terreno, cañones y montañas… ¿y cuál era la climatología durante la competición?: frío, mucho frio durante las 24h del día, temperaturas bajo cero, lluvia, granizo, nieve, viento incesante, humedad.

 

Por destacar, el Glaciar Vatnajökull con más de 8.000 kilómetros cuadrados de superficie que ocupa casi el 10% del territorio islandés, además de estar considerado el tercer glaciar más grande del mundo y el segundo de Europa; las más de 10.000 cascadas y saltos de agua que hay en Islandia, destacando la Dettifoss, de 45 metros de altura con sus 100 metros de ancho en mitad de un paisaje lunar completamente desértico, siendo esta la cascada con mayor volumen de agua de Europa (caudal aproximado de 400 metros cúbicos de agua por segundo), junto a un sonido atronador que hace retumbar el suelo, sin olvidarme del campo de lava de Ódadahraun, con sus 5.000 km² de superficie junto al volcán Herdubreid, conocido como The Queen a 1.682 metros de altura, la montaña nacional de Islandia, su color negro, su simetría y especialmente su característica cima aplanada.

La competición comienza un lunes 26 de Agosto y termina un sábado 31 de Agosto; desde el domingo día 23, la organización te deja en el campamento para hacer noche allí, así la mañana del lunes de comienzo la prueba. Entre otros y muchos impresionantes paisajes, me llevó completar los 250 km, con 2.500+ acumulados y sus 6 días de competición (y sus 5 frías noches) con un total de 35 horas y 36 minutos repartidos de la siguiente manera:

1er día: Herdubreidarlindir – Askja / 38km / 380+ / 4h 24´  

Primer día de competición y con muchas ganas de empezar ya; solo faltaba poner sobre la mesa todo el trabajo realizado estos meses atrás ya que llegué a esta competición con 1.808 km de entrenamiento de carrera y carrera por montaña, 43.600 metros de desnivel positivo acumulado y 370 horas de entrenamiento, sin contar las sesiones de gimnasio y trabajos de fuerza con sus correspondientes horas, además de 6 competiciones preparatorias de montaña… así que los deberes hechos y con creces, o por lo menos así me presentaba y en ello tenía que confiar.

Ya la noche previa a la salida te deja una señal de cómo iban a ser las noches en los campamentos: frías y largas; comienzo de la competición y por delante 38 kilómetros sobre terreno variado. En un primer lugar tuvimos que sortear unas pequeñas cascadas sin mayor dificultad y terreno por campos de lava hasta llegar al avituallamiento 1 en el km 14; desde aquí hasta el segundo punto de avituallamiento el terreno iba a estar presidido por lava y ceniza, donde se hace complicado correr y gastar mucha energía… era el primer día, había que salir fuerte, pero guardando energía para las últimas etapas. En mi cabeza muy presente que, en este tipo de competiciones, donde verdaderamente empieza la carrera es el 4º día, en la etapa larga de 70km, un 5º día con más de una maratón de distancia y el último día, que como te hayas fundido en los tres primeros días, si vienes a competir e intentar disputar la victoria, te puede salir caro…así que cabeza y mantener la calma.

Más campos de lava y ceniza, rocas y piedras, algunos tramos donde se podía correr por pista hasta llegar a meta en primera posición, dejando a 11 minutos al segundo clasificado y 23 minutos al tercer clasificado respectivamente.

Durante el día en carrera, temperaturas de 2 a 4 grados positivos, así que llegas al fin de la etapa y ya en el campamento, toca la rutina que iba a seguir todos los días: cambiarte y ponerte de ropa, comer caliente e hidratación durante toda la tarde, además de comprobar que todo el equipo esté bien: zapatillas, mochila, saco de dormir, comida, etc y solo quedaba pasar la tarde lo más agradable posible dentro del saco de dormir… no hay nada más que hacer. Y como todos los días, esperando ya al briefing de por la tarde para explicarnos la etapa del 2º día y a dormir.
2º día: Askja – Askja / 48km / 550+ / 7h 32´

Después de una noche bastante fría en el campamento, tocaba salir en nuestro segundo día con la estrategia de pegarme al segundo corredor de la clasificación y mantener la calma, sin apretar, guardando energía para los siguientes días; eran tan solo 11 minutos de ventaja que no era nada, pero sí para ir controlando la carrera y a la espera de acontecimientos de los otros corredores… la experiencia me decía que todos o muchos de ellos guardaban un as en la manga quizá para el tercer, cuarto o quinto día.

Esta segunda etapa fue larga y muy lenta ya que nos explicaron ayer noche en el briefing que íbamos a estar prácticamente la mitad del recorrido de hoy entre campos de lava, roca, sedimentos de ceniza, barro, etc. un multiterreno volcánico que lo único que iba a conseguir es un gasto de energía muy alto y por consiguiente acumular una fatiga muscular de cara a las próximas etapas.

En total de los 48 km del día de hoy, 25 km aproximadamente transcurrieron en este terreno, y en cuestión de tiempo, alrededor de unas 3 horas y media empleadas en salir de esta tortura; así que paciencia, mucha cabeza, leer muy bien el terreno porque debajo de este terreno se esconden auténticos socavones que a la vista no los ves ni puedes apreciarlos pero que ahí están (como anécdota, en una de esos tramos, en una pisada sin más, metí la pierna izquierda en un agujero hasta la rodilla).

Alrededor del km 30 tocaba subir a un volcán donde el terreno era completamente de dunas, arena por todos lados y ceniza; la organización, por motivos de seguridad, evitó la subida hasta la cima por rachas de viento de más de 70 km/h además del frio y sensación térmica, bordeando la cima por un lateral y añadiendo así cerca de 2 km más a la distancia de hoy.

Desde la entrada a este volcán, ya desde lo lejos se podía contemplar el impresionante Lago Öskjuvatn a 1.053 metros de altitud, en mitad de la nada; en un paisaje lunar emana este lago con una superficie de unos 11 km2 y una profundidad de 217 metros, siendo este el segundo lago más profundo de Islandia por detrás del Lago Jökulsárlón.

Un poco de respiro por lo menos para la mente de poder ver algo diferente a la ceniza, campos de lava, arena negra, roca volcánica…que presidía la etapa de hoy.

Sin más, nos plantábamos en el segundo punto de avituallamiento y desde ahí hasta meta solo quedaban 10 km, siguiendo el curso del río a nuestra izquierda y sorteando algunos tramos que teníamos que cruzar con cuidado de no caer al agua. Logré entrar en meta junto al corredor francés segundo clasificado y asegurando la primera posición en este segundo día.

Como siempre, rutina nada más terminar la etapa: ropa seca, comer caliente, revisar el equipo, hidratarse y dentro del saco; antes de dormir (todos los días sobre las 20:30 h ya estaba durmiendo), se me pasó por la cabeza que mañana, tercera etapa, cuando todos los corredores ya están esperando al cuarto día, a la etapa larga de 70 km donde se pueden decidir muchas cosas… me dije “ si esta noche descanso bien y mañana me levanto con buenas piernas, no voy a esperar al cuarto ni al quinto día, mañana tercer día cuando vea mi oportunidad, seré yo el que ataque para ver si puedo meter algunos minutos más a los perseguidores y tener más margen de tiempo para el cuarto día”.

Todo esto después del briefing de cada tarde, donde nos dejaban caer que mañana, tercer día, iba a llover durante toda la etapa, temperaturas bajo 0, y viento… así que, en el saco de dormir, muy concentrado, ya que sabía que (y me puede pasar a mí), en muy malas condiciones de tiempo como se preveían, la gente lo iba a pasar mal, y es ahí donde tienes que sacar lo mejor de ti para apretar y sacar diferencias.
3er día: Askja – Herdubreidarlindir / 34km / 170+ / 4h 01´

Te despiertas de madrugada en el saco de dormir y escuchas que toda la noche está lloviendo, así que el terreno para la etapa de hoy iba a estar interesante… a seguir durmiendo.

No quedaba otra que todo el equipo impermeable puesto: chaqueta, pantalón y guantes además de asegurar el material de dentro de la mochila, saco, comida, ropa, etc meterlo en la bolsa estanca y que permaneciera seco para la finalización de la etapa de hoy.

Frío, mucho frío y mucha humedad por la noche dentro de las tiendas; se podía ver la condensación en el techo de las tiendas como caían esas gotitas a modo de lluvia…

Si me acosté pensando en la estrategia de hoy, me levanté muy bien, había recuperado muy bien de estos dos días atrás, y las piernas estaban listas para ver si respondían o no a lo que tenía pensado hacer en el día de hoy. Así que a preparar bien todo el equipo que no se moviera dentro de la mochila, las barritas y geles colocados en lugares estratégicos de fácil y rápido acceso, el agua en los bidones, etc… todo listo y preparado.

Sales de la tienda y te encuentras un panorama desolador: mal tiempo, frío (6 bajo 0 + sensación térmica), lluvia incesante, viento…se presentaba un día muy exigente el de hoy.

Compartí tienda junto con otros 7 corredores, John y James de Reino Unido, Tracey, Lita y Tara de Australia y uno de ellos, un mexicano, Pablo, al menos alguien con quien poder conversar en habla hispana; en este tercer día le comenté que no fuera solo, que intentara estar con el corredor francés y conmigo el mayor tiempo posible, para que mentalmente lo llevara de otra manera además de intentar subir un puesto en la clasificación en los siguientes días y colocarse tercero, ya que el corredor canadiense tenía experiencia e iba a pelear esa tercera posición hasta el final.

Con todo el equipo impermeable puesto arrancaba esta tercera etapa; mi primer objetivo de hoy era ver como se llegaba hasta el primer avituallamiento en el km 19, piernas, fuerza, ritmo, escuchar a tu cuerpo sobre cómo iba a ir respondiendo a la lluvia, al frío y al estar calado hasta los huesos, porque, aunque con toda la ropa impermeable puesta, en el km 9 ya estaba calado hasta los huesos y la sensación no es muy agradable pensando en todo cuanto faltaba por terminar hoy.

La verdad que te cuesta mucho entrar en calor, en algunos tramos caía agua-nieve o incluso algo de granizo… viento que hacía que la sensación térmica bajara unos grados más… y ya estábamos a 5 bajo 0, según marcaba el reloj; decidí aumentar un poco el ritmo, más que nada para generar más calor dentro de mi cuerpo calado de agua y poder así tener otras sensaciones “más confortables” si se puede llamar así.

En un momento vi el reloj. A lo lejos se podía ver el avituallamiento alrededor de un kilómetro aproximadamente; desde hace unos 5 minutos, iba adelantado unos 400 metros del corredor francés y del mexicano… fue aquí cuando miré para atrás, vi esa distancia y me dije “en el avituallamiento paro a cargar un poco de agua y ataco hasta meta, hasta donde den las fuerzas”.

Y así fue. Mientras yo casi salía de avituallamiento llegaban ellos dos: salí como si no hubiera un mañana, quedaban 15 km a meta y tenía que intentarlo… seguía lloviendo sin parar, viento, frío…al aumentar el ritmo parte de mi cuerpo entró en calor, sobre todo el pecho que era lo que más me preocupaba (soplaba dentro de la chaqueta impermeable para generar una bolsa de aire caliente dentro de mi).

Creo que, sobre todo el corredor francés, no se lo esperaba… hubo tramos que donde “se podía correr” mi reloj marcaba ritmos de 4´20/km con mochila, con todo ese aguacero…la verdad que me encontraba muy bien y había que aprovecharlo para aumentar la diferencia de tiempo con el segundo clasificado y tener más margen de error o cualquier imprevisto, para el cuarto y quinto día.

Miraba para atrás de vez en cuando y no veía a nadie, tan solo me decía “no aflojes, mantén el ritmo, bebe, hidrátate, come algo, sigue con energía” …los km iban pasando hasta que a lo lejos pude ver la llegada a meta de esta etapa; no aflojé hasta cruzar la línea, cada segundo cuenta.

Casi 11 minutos más le pude arañar al crono con respecto al segundo clasificado, así que nada más terminar la etapa, no podía ni articular movimiento con los dedos de las manos por todo el frío pasado, ni para coger la cremallera de la chaqueta impermeable y poder bajármela… a duras penas pude cambiarme de ropa y quitarme las zapatillas; una de las cosas que más me preocupaba del día de hoy era que el saco de dormir llegara seco porque si no iba a ser un gran problema… todo bien cuando pude comprobar todo el equipo del interior de la mochila.

Así que tarde intensa la que esperaba; tocaba hacer labores de campamento, secar la ropa, airearla, revisar que todo estuviera bien, aunque mojado, pero con garantías de poder seguir. Ropa seca, comida caliente, hidratación toda la tarde ya que había bebido poco durante la etapa de hoy, y a la espera del briefing de por la tarde e intentar recuperar lo máximo posible para el cuarto y temido día de los 70 km.

Me fui al saco pegando un buen golpe sobre la mesa en la competición a falta de tres días y sobre todo, los días más importantes que estaban por llegar: en total unos 20 minutos de diferencia con respecto al segundo y más de 1 hora y 30 minutos con el tercero.

¡La jugada salió bien, ahora tocaba descansar y mañana día de los 70 kms, pegarme tanto al 2º y 3er clasificado y ver sus movimientos…que carrera! ¡Ni un segundo para respirar y poder relajarte!
4º día: Herdubreidarlindir – Péturskirkja / 71 km / 500+ / 10h 34´  

Nuevamente, otra noche fría y húmeda dentro del saco de dormir y de la tienda… al amanecer, lo primero que hice fue comprobar el estado de las zapatillas y del equipo: zapatillas mojadas, aunque no me preocupaba mucho ya que tanto en el km 5 como en el km 20 de hoy íbamos a cruzar un río de agua helada hasta la cadera, así que los pies iban a estar mojados en buena parte del día, por lo menos en los comienzos. La ropa más o menos seca, húmeda, las polainas destrozadas, las zapatillas desde el fin de la segunda etapa rotas por dentro, los tacos pulidos desde la mitad de la zapatilla a la puntera, calcetines rotos, mochila empezaba a verse rotos en costuras y zonas ajustables… en fin, es lo que tiene correr es este tipo de terrenos.

Tercer día de competición y ya desde la etapa criminal de ayer se notaba el cansancio en todos nosotros; personalmente motivado y en estado de alerta constante, creo que este estado de tensión por controlar la carrera y la clasificación hace que todo te duela un poco menos y tengas ese cansancio “normalizado” en tu interior… no queda otra, pero cansado sí.

¿Y cómo afrontas una etapa de 70 km, después de venir de tres días con 120 km en el cuerpo, además de estas eternas noches de frio y poco descanso? La estrategia era clara: pegarme tanto al segundo y tercer clasificado, hacer lo que ellos hagan y ahorrar energía ya pensando que después de estos 70 km, mañana tenemos otros 44 km… sin contar el último día.

Idea clara: si piensas en 70 km es como hacer 700, así que objetivos a muy corto plazo… 14 series de 5 km, cada 5 km es una serie y así por lo menos engañas a tu mente y pensar o gestionar así esta etapa no se haría del todo tan larga… ” primera serie… cuarta serie… octava serie… venga otra más… décima serie… vamos último esfuerzo… última serie y meta”.

Así me planteé estos 70 km, día muy largo, eterno, donde para mí romper la barrera de los 50 km ya era un logro mental y físico de cara a terminar hoy; llegar a los 50 km fue duro, luego ya la cosa parecía que iba mejor… es todo mental.

Y para hacerlo más épico, la organización te hace cruzar dos ríos de origen glaciar, en el km 5 y en el 20, además de sortear numerosos ríos durante el recorrido también, pero los cruces grandes y exigentes iban a ser al comienzo de la etapa: decidí cruzar los dos sin zapatillas, al menos conservarlas lo más secas posibles pensando en todo el día que nos esperaba.
Cuando cruzas en el km 5 ese río… al principio sientes que está fría, vas progresando y empiezas a sentir progresivamente dolor en las piernas de tal manera que parece que se te cortan; ¡intenté pasar lo más rápido posible para evitar tanto sufrimiento y con cuidado de no caerte, ya que pasabas por tramos de agua hasta la cadera… lo que faltaba!  que te mojaras todo el cuerpo para todo el día, no recuperas esa sensación de calor corporal en mucho tiempo.

Zapatillas puestas y a esperar que mientras corres se vayan secando calcetines, zapatillas, polainas, pantalón corto, etc… y cuando parece que se ha secado… km 20, el segundo cruce:  la verdad que interiormente me puse de muy mal humor, me cagué en todo cuanto existía en el mundo… pero bueno es solo un tramo y a recuperar el buen estado de ánimo porque otra cosa no puedes hacer: resignarte y hacerlo.

Los kilómetros iban pasando, las series de 5 km iban pasando, la comida de geles, barritas, bebida rica en hidratos iba vaciándose de la bolsa que llevaba preparada… hubo un tramo que saqué los auriculares y me puse algo de música para intentar darle algún estímulo a la mente… controlando de ir al baño (hasta eso tienes que hacer rápido y no entretenerte, estas en competición y hasta una parada técnica de este tipo te pueden atacar y dejarte atrás), hidratándome, tomando sales…buscando una rutina que me permitiera seguir con energía.

Sabía que hoy podía existir la posibilidad de que apareciera la famosa “crisis” durante carrera; esa crisis física o mental que aparece y te puede durar minutos, horas o dejarte fuera de cualquier esperanza de remontar. De las crisis se sale, pero tenía un margen de 21 minutos aproximadamente con el segundo clasificado, así que no contemplaba el factor crisis en estos 70 km.

Fue en el km 50 aproximadamente donde el corredor francés puso otra marcha aprovechando que me entretuve un poco más de la cuenta en el tercer avituallamiento, ya que entre quitarme la mochila y ajustar unas partes de las correas, aprovechó la situación para marcharse, lo que me provocó un pequeño calentón hasta conseguir alcanzarle, a él y a Pablo, el chico de México… una vez a su altura, no bajo el ritmo, pero me encontraba bien y conseguía hacer frente a esos cambios de ritmo y esos momentos donde me puso a prueba a ver si me soltaba.

Sin más, desde el km 60 a meta, mi estómago ya no toleraba más alimento; estaba ya saturado de tanto gel y tanta barrita, tanta bebida rica en hidratos de carbono…ya solo podía ingerir agua. Con eso salvé los últimos 10 km a meta, donde en los últimos kilómetros Pablo se quedó algo descolgado atrás y yo seguí hasta meta con el corredor francés, Roman, en 10 horas y 34 minutos logrando así salvar y controlar la carrera y la clasificación general.

Llegas a meta roto, pero no puedes bajar la guardia ni relajarte ni un momento, debes de comprobar todo el material, la mochila, preparar la comida caliente, estirar un poco, seguir hidratándote, preparar las cosas para mañana, meterte en el saco que en unas horas estarás dormido y en nada amanece otro nuevo día con 44 km por delante…va descansar y hoy tocaba al menos no pensar más.
5º día: Péturskirkja – Hljódaklettar / 44 km / 600+ / 6h 52´  

Te levantas con la sensación de que has hecho una gran parte de la carrera ya pero que hoy es un día crítico en lo que refiere a la clasificación; algo me decía que después de ayer los 70 km y las más de 10 horas empleadas, no iba a ser un día tranquilo… y así fue… ¿cómo a veces no te alegras no equivocarte verdad?.

Te levantas tieso como un palo, tienes que moverte a nivel articular, pequeños estiramientos activos para activar todo tu cuerpo… qué dolor eso de ponerte de nuevo las zapatillas con los pies reventados, y qué dolor ya en la espalda de todos los días anteriores y sobre todo del de ayer, cuando te pones la mochila.

Al finalizar el tercer día ya comprobé que iba perdiendo peso ya que las correas de la mochila no ajustan más, están a tope ajustadas por todos lados; las costillas, el abdomen, el pantalón corto ya baila cuando te lo pones y no te ajusta y sobre todo las clavículas donde se te marcan ya huesudas del todo y se te clava las asas de la mochila: decía una vez que a medida que van pasando los días la mochila se va vaciando y va pesando menos… que alivio ¿verdad? Pero no que se para, que ya en el quinto día cuando apenas tiene nada en la mochila, parece que pesa aún más que el primer día.

Estás tan débil y agotado que ya pesa hasta el número de dorsal que llevas encima, los imperdibles…todo, tal cual; si cada segundo cuenta en competición, cada gramo también.

Hoy es un día espectacular ya que, al llegar al primer avituallamiento, íbamos a recorrer y contemplar la famosa Catarata Dettifoss, la cascada con mayor volumen de agua de Europa.

Desde el comienzo el corredor canadiense y 4º clasificado marcó un ritmo muy alto en este primer terreno de campos de lava; personalmente no me influía demasiado en la clasificación ya que hoy, penúltimo día de carrera le sacaba 1 hora y 30 minutos aproximadamente, pero para la clasificación general del 3er puesto si… así que Pablo, el corredor mexicano tuvo que estar atento por lo menos en los 22 kms primeros; tanto el corredor francés Roman como yo, íbamos “a lo nuestro”… personalmente atento de todo cuanto podía acontecer durante el día.

Pasaron los kilómetros sobre campo de lava dejando ver a lo lejos un gran corte en medio del valle, viendo así los primeros cauces de agua durante nuestro recorrido; la famosa catarata estaba cerca y sabía que en el avituallamiento 1 iba a tener que parar para arreglarme las zapatillas que me estaban destrozando los pies por dentro a cada paso, ya que estaban rotas.

Mientras vas corriendo tienes que dejar de mirar por momentos al suelo y ver esa inmensidad de agua y la belleza de la Catarata. Es espectacular; lamentablemente, mi mente estaba más puesta en el avituallamiento, reforzar las zapatillas y curarme alguna que otra herida que me originó, que estar pendiente de la Catarata.

Pequeña parada para ajustar todo y protegerme los pies; de la nada el corredor francés desapareció de tal modo que al salir del avituallamiento era imposible verle donde estaba ni tomar ningún punto de referencia a su paso para saber cuantos minutos me había sacado.

Estaba claro que él tenía que intentarlo, buscar alguna fisura donde poder hacerme daño y soltarme para recuperar tiempo en clasificación; la verdad que me generó un poco de ansiedad al principio, tuve que apretar de lo lindo para poder verle a lo lejos y tomar un punto de referencia a su paso, una roca, un montículo… lo que sea para saber a mi paso por allí cuanto tiempo me sacaba.

Fui rápido, con un dolor de pies tremendo, pero ya no estaba para pensar en dolores ni pies ni zapatillas ni nada… había que llegar hasta él y poder bajar el ritmo; logré verle a lo lejos junto a Pablo el corredor mexicano, y tomando referencias, ahora mismo estaba apenas en 5 minutos de ellos… puede calmarme un poco y mantener el ritmo hasta alcanzarlos.

Si he logrado mantener este ritmo, mi cuerpo y mis piernas han respondido dentro de la fatiga acumulada… ¿por qué no intentar en los últimos kilómetros soltarles y atacar hasta línea de llegada? Eso me dije, pero claro, las fuerzas ya estaban muy justas; entiendo que para todos, para mí también, pero lo iba a intentar ya que tenía mucha confianza en mí de que podía salir bien, no perdía nada.

Nada más salir del segundo avituallamiento hasta meta, quedaban apenas 10 kms pero, los primeros 4 kms fue un auténtico infierno entre vegetación; sin caminos, sin sendas… nada marcado, a lo salvaje siguiendo el marcaje de las banderas del recorrido.

Fue criminal por lo menos para mis doloridos pies, ¡qué putos 4 kms pasé!, pero había que pasarlos como fueran, salir de ahí y mantener mi estrategia en pie… y así fue, con un dolor de pies terrible fruto de las heridas que tenía, los últimos kilómetros hasta meta logré meter la última marcha que me quedaba en el cuerpo y las piernas, dejar atrás al segundo y tercer clasificado, y poder meter 2 minutos más al corredor francés, quien realmente me preocupaba… no es tiempo 2 minutos, pero para mí era simbólico, el reconocimiento de que he aguantado estos días los ataques de mis perseguidores, he sabido gestionar y leer muy bien la carrera desde el cansancio y la fatiga acumulada, y poder plantarme en la línea de salida mañana como último día, líder de esta competición todos los días.

Llegas a meta descompuesto, entré en la tienda y era imposible quitarme las zapatillas de dolor y las heridas que tenía; pero nuevamente, no te puedes relajar, había que curar esos pies, recolocar el equipo, comer caliente, ponerte ropa seca, hidratarte, meterte en el saco lo antes posible, y seguir concentrado porque mañana es el último día y cada vez lo tenía más cerca.

Tocaba descansar lo máximo que se podía, con una media sonrisa en mi cara que “casi” estaba hecho, pero sin cantar victoria aún… a dormir y mañana último día de esta semana de tantas penurias y de tanto esfuerzo físico, pero sobre todo mental.
6º día: Hljódaklettar – Asbyrgi NP / 15 km / 270+ / 2h 08´  

El mejor día de la semana por que se acaba la competición y tienes el caramelo en la boca y “el peor” a nivel competitivo, y ¿por qué?… porque te levantas y tu cuerpo y tu mente parece que se relajan y pierden esa “tensión” que has tenido durante toda la semana; es un momento que a pesar del dolor de cuerpo que tienes, el peso perdido y las penurias pasadas, debes de “conectarte” ya, pero ya es ya, mientras te preparas, desayunas etc como si no fuera el último día.

Pasa porque es la última etapa, 15 kms y alrededor de unas 2 horas de carrera, donde esa “relajación” puede llevar a una torcedura de tobillo, una mala caída, un golpe inesperado… mil cosas pueden pasar, y qué razón tiene aquel que un día dijo que hasta que no cruzas la línea de meta, no puedes cantar victoria; así que máxima concentración, preparar el equipo, reparar lo que se puedan las zapatillas, arreglar y ajustar la mochila que estaba ya para tirar, calcetines, polainas, ropa térmica, curar las heridas de los pies… que esa es otra… meter los pies en esas zapatillas era ya una tortura, pero era el último día y adelante con todo, ya se calentaría la piel, las heridas de los pies y vamos a por todas!.

Toda la noche estuvo lloviendo así que el terreno estaba peligroso en algunos tramos, mucho barro y pasos muy resbaladizos, por lo que extremar la concentración en no dar un paso en falso porque podía tener serias consecuencias; unos primeros kilómetros por terreno muy técnico, en realidad, salvo 3 o 4 kilómetros, todo el recorrido discurría por terreno técnico.

Quería pasar la barrera de los 10 kms y sentir que tan solo me quedaban los últimos 5 km a meta… corrimos los tres primeros clasificados juntos durante toda la etapa; poca conversación, se respiraba en al ambiente concentración y ganas de llegar ya a la meta.

Acantilados, saltos de agua, valles, cascadas, praderas salvajes, roca, terreno descompuesto por la lluvia… es lo que nos encontramos durante esta etapa; miras el reloj y quedan apenas dos kilómetros para terminar, y de repente a lo lejos ves la entrada al Parque Nacional de Asbyrgi.

Sin querer aprietas el ritmo, quieres llegar, alguna lágrima se cae por el camino, ha sido duro, muy duro llegar hasta aquí pero lo hemos conseguido y como premio poder ganar… ¡que emoción!, ¡que satisfacción!; te olvidas de todas las penurias que has pasado estos días atrás, que son solo seis días, pero parece un mes en el tiempo donde has estado ahí metido en mitad de la nada, contigo mismo y todo cuanto puedas llevar en tu mochila… la odias por momentos pero al mismo tiempo la amas ya que es tu seguro de vida.

Tu contra ti mismo, ese es el resumen: aprendes de ti, dependes de ti para todo, sin ningún tipo de confort, una semana sin ducharte, sin contacto con tu realidad, tu día a día, donde física y sobre todo mentalmente te pones a prueba, un estrés mental durante una semana donde no te puedes relajar en ningún momento; es más, no debes permitirte un síntoma de debilidad y que se apodere de ti, si no es imposible.

Decían: ¿qué ves cuando subes a la cima de una montaña? Te ves a ti… aquí es igual y utilizas el dolor como combustible para seguir, sin buscar la gratitud ni la felicitación de nada ni de nadie porque cada uno está pendiente de lo suyo: de sobrevivir.

Ahora sí, pude sacar la bandera de mi país, y poder correr con ella el último kilómetro…inolvidable, no hay palabras para explicar lo que sientes por dentro, tantos días conteniendo esa alegría, esa emoción que era imposible parar de llorar, de gritar, de emocionarme a medida que se acercaba la llegada… y por fin, cruzas la línea de llegada en un mar de lágrimas y rabia a la vez, una fuerza inmensa y una emoción… todo dentro de un mismo volcán de fuego y hielo.
Dedicado a mi hija Sara

Ángel Pavón en los medios

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