Tramos en los que era preferible sentarse y tirarse como en un tobogán, barro donde pisabas y, hasta el tobillo se quedaba tu zapatilla dentro, bajadas en las que ya ni las rocas del suelo eran de agarre seguro porque de tanto agua y barro eran como estar en una pista de patinaje, ríos de lodo…eso en cuanto al terreno, la lluvia que entró de lleno y en algunos tramos en granizo, la niebla que en cotas altas, no se veía a más de cinco metros, el frío, el viento racheado y estar completamente calado, hace que la sensación térmica descienda una barbaridad…guantes, gorro, impermeable, etc en un momento, todo puesto para protegerte lo máximo posible.
La carrera en sí desde mi experiencia, no tiene un grado técnico excesivo, al revés, es muy corredera y transita por tramos donde se puede correr bastante bien, pero con esta climatología imposible.
Sobre el recorrido famosos tramos de la competición como la subida al Cortafuegos nada más salir de Cabezón de la Sal, la larga subida desde la Casa del Monte hasta el Pandiucu o el conocido paredón vertical del Alto del Toral que con el terreno así parecía que subías y bajabas a la vez, sin olvidar el avituallamiento de El Cerezo allá por el km 37, bajando a meta, que tanto el personal que está allí ofreciéndote la gastronomía típica de la zona, lo hace peculiar y entrañable…es más, parecía que por momentos, todas las penurias que estábamos pasando eran fruto de nuestras mentes: lo que hace unos huevos fritos con salchichas y un buen caldo caliente… no tiene precio en esos momentos.
Sin duda alguna, una gran experiencia ésta de Los 10.000 del Soplao, y grandes momentos poder contar.