La famosa frase que viste al nombre de la prueba “el infierno cántabro” hace de Los 10.000 del Soplao una prueba marcada por la climatología que te puedes encontrar en la competición, siendo esta, un verdadero infierno.

Dentro de la preparación para el objetivo del año a finales de Agosto en Islandia (Fire and Ice Ultra), escogí esta prueba de 48 kilómetros y 2.256+, que personalmente y desde mi experiencia, no debería ser de mucha dificultad…pero toda la semana lloviendo además que el mismo día de la prueba, en la segunda parte del recorrido, el clima iba a cambiar drásticamente, y conociendo como es el terreno de la zona, el barro iba a ser un claro factor “negativo” a tener en cuenta durante el recorrido: y así fue.

Salida y llegada de la 16ª edición desde la famosa localidad de Cabezón de la Sal, municipio de la Comunidad de Cantabria, de marcado relieve definido por el Valle del río Saja y las montañas que lo rodean; por el Sur se abre al Valle de Cabuérniga, tras la Sierra del Escudo de Cabuérniga, que hace de límite meridional.
Las condiciones parecían inmejorables a las 08:00h cuando se dio la salida de la prueba pero en el transcurso del día la cosa iba a cambiar, llegando a comentar los lugareños y miembros de la organización, que ha sido la peor edición sin duda en lo que refiere a climatología: en mi vida había visto tanto barro como aquí, además de la lluvia, granizo, niebla y frío…todo junto se hacía una prueba muy mental, de mucha paciencia y saber gestionar el terreno por donde pisabas porque lo que es correr era prácticamente imposible, más que nada para no caerte y romperte nada.

Mi mayor objetivo en esta prueba era la de terminar y conseguir más kilómetros y horas de entrenamiento de cara a Islandia y aprovechar esta competición como otras para seguir afinando la preparación; al final te ves bien, los entrenamientos van dando sus frutos, llegaba en buen estado de forma y como digo siempre, el ponerte un dorsal te da ese punto que nunca te lo puede dar un entrenamiento por mucho que te metas en el papel.

Muy buenas sensaciones en general… ya por el km 28 después de cuatro caídas tontas provocadas por el mal estado del terreno, el modo “entrenamiento-competición” lo dejé en un segundo lugar; ya era más el estar atento a no caerte, no arriesgar en nada hasta cruzar la línea de meta y llegar sin romperte nada, porque poniendo todo sobre la balanza, estaba a tres meses de ir a Islandia y una caída así con lo que conlleva… como que no merecía la pena.
Tramos en los que era preferible sentarse y tirarse como en un tobogán, barro donde pisabas y, hasta el tobillo se quedaba tu zapatilla dentro, bajadas en las que ya ni las rocas del suelo eran de agarre seguro porque de tanto agua y barro eran como estar en una pista de patinaje, ríos de lodo…eso en cuanto al terreno, la lluvia que entró de lleno y en algunos tramos en granizo, la niebla que en cotas altas, no se veía a más de cinco metros, el frío, el viento racheado y estar completamente calado, hace que la sensación térmica descienda una barbaridad…guantes, gorro, impermeable, etc en un momento, todo puesto para protegerte lo máximo posible.

La carrera en sí desde mi experiencia, no tiene un grado técnico excesivo, al revés, es muy corredera y transita por tramos donde se puede correr bastante bien, pero con esta climatología imposible.

Sobre el recorrido famosos tramos de la competición como la subida al Cortafuegos nada más salir de Cabezón de la Sal, la larga subida desde la Casa del Monte hasta el Pandiucu o el conocido paredón vertical del Alto del Toral que con el terreno así parecía que subías y bajabas a la vez, sin olvidar el avituallamiento de El Cerezo allá por el km 37, bajando a meta, que tanto el personal que está allí ofreciéndote la gastronomía típica de la zona, lo hace peculiar y entrañable…es más, parecía que por momentos, todas las penurias que estábamos pasando eran fruto de nuestras mentes: lo que hace unos huevos fritos con salchichas y un buen caldo caliente… no tiene precio en esos momentos.

Sin duda alguna, una gran experiencia ésta de Los 10.000 del Soplao, y grandes momentos poder contar.
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